Llovizn(ana).

Contacto de pupilas y mi apocalipsis
se congela.
Las agujas del reloj se atrancan,
mi invierno se para
y me plantas primavera en la tierra de mis lunares.
Floreces de antemano en mis semillas
más estériles y muertas;
previenes mi sequía.

Pintas paisajes sobre mis hojas de otoño
apunto de resquebrajarse
y así das color a una estación que creía perpetua.
Mientras tanto nuestras raíces se entrelazan,
una arrebolada nos abraza
y me siento inefable.

Yo intento compensar tus chubascos
llevándote unos cuantos sobre mis hombros
—como tú con los míos—,
ya que el fuego compartido causa menos incendio.
Te escribo poesía desde los tallos
hasta los pétalos;
lluvia de ósculos,
poco a poco,
aún con ese reloj estático,
dejando que la tormenta truene lo que quiera
porque ahora mandan más nuestras fuerzas.

Amor, gracias por ser llovizna en plena ola de calor.
Juro que siempre seré rocío en cualquiera
de tus desiertos.




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